EN DEFENSA DE LA IZQUIERDA
Del historiador Eduardo Sartelli1
Hace algunas semanas se desarrolló un debate en Página/12 acerca de la naturaleza del gobierno Kirchner y del conflicto con el campo.
Comenzó con una abierta afiliación al peronismo por parte de Eduardo Grüner, que tal vez no se dió cuenta del contenido de sus palabras hasta que se las aclaró José Pablo Feinmann.
Atilio Borón, por su parte, intentó, en una respuesta sobria pero contundente, delinear otra posición, aunque, como veremos, se quedó a mitad de camino.
La clave está en el punto de partida de los tres: reclaman la construcción de una alternativa, pero desprecian a quienes ya la están construyendo.
El resultado objetivo es el que plantea Feinmann: Cristina es lo que hay…
Feinmann y Grüner parten de presupuestos falsos.
Feinmann y Grüner parten de presupuestos falsos.
Los “caceroleros” del campo no son los del 2001, de modo tal que toda la retahíla de insultos de Feinmann a la “clase media” está completamente de más, sobre todo viniendo de un partido que sería inexplicable sin la pequeño-burguesía industrial que constituyó la base de masas de la burguesía peronista.
Por otra parte, este gobierno “representa” al campo, ¿o no fue Grobocopatel el “embajador” agrario ante Venezuela?
Más errores: la contribución al PBI del sector agrario debe medirse no sólo en términos de la producción directa, sino de todas las actividades que no existirían sin los impulsos del “campo”. Lo que en la Argentina abarca casi todo.
El campo es “golpista”.
Muy probablemente, salvo que no conozco presidente que tema a un golpe de Estado cuando los principales capitalistas del país lo respaldan, desde Grobo hasta Ratazzi, pasando por Techint y el conjunto de la UIA.
Tampoco conozco presidente que, teniendo el discurso que tienen los Kirchner, haya tenido tanta consideracción de un reaccionario imperialista como Bush.
¿Se deberá al envío de tropas a Haití o a la colaboración en la “satanización” de Irán?
¿Temerá Cristina del imperialismo europeo, ahora que vamos a financiar la expansión de Repsol en Libia, detrás de la máscara de la “nacionalización”?
¿Se quejarán los franceses ahora que vamos a regalarles 12.000 millones de dólares en un proyecto que recuerda el de los cohetes espaciales riojano-japoneses?
La hipótesis del golpe de Estado es ridícula.
Borón, por su parte, enumera una inapelable batería de hechos por los cuales el gobierno “reformista” de Cristina no merece tal adjetivo.
Borón, por su parte, enumera una inapelable batería de hechos por los cuales el gobierno “reformista” de Cristina no merece tal adjetivo.
Pero, entonces, ¿en qué se diferencia de Menem?
¿En una política de derechos humanos que encarcela a cuatro aborrecibles viejos perejiles pero deja libre de culpa y cargo a todo el empresariado que se enriqueció hasta el hartazgo en medio de un festín tenebroso?
¿En una política internacional que consiste en un apoyo de hecho a Uribe?
No hay ningún secreto sociológico en el gobierno kirchnerista: en toda crisis social de envergadura, en el que las clases arriban a un empate relativo, se gestan las condiciones para la aparición del bonapartismo, un tipo de gobierno que parece flotar entre las clases, tomando su fuerza de su posición de árbitro entre las partes.
Como todo bonapartismo, sube por izquierda (Perón, Cámpora, Néstor) y se baja por derecha (Perón, Perón-Isabel, Cristina).
El peronismo ha jugado siempre esa función en la política argentina.
Sin embargo, lo peor de Borón es la concesión a Feinmann de que esto “es lo que hay”.
Sin embargo, lo peor de Borón es la concesión a Feinmann de que esto “es lo que hay”.
Eso lo lleva de cabeza al apoyo al gobierno.
Los tres se han cuidado de despegarse de la izquierda “trasnochada” y “dislocada” de los “pibes del PO”.
Pero, como diría el filósofo peronista, esto es lo que hay.
Que no es poca cosa: la izquierda real, la que en el 2002 creció en el piquete, no sólo no ha desaparecido sino que allí donde la clase pelea, se desarrolla en el seno de las comisiones internas a pesar de la burocracia sindical oficialista.
Los que se acuestan temprano, tienen los huesos en su lugar y nunca hablan con “imberbes” dirán que eso es nada.
Pero habría que recordarles que lo mismo se decía de todo el marxismo ruso antes de 1905 y del Partido Bolchevique en febrero de 1917.
Esta es la izquierda real.
La que ha sobrevivido a las masacres del Proceso, la que ha visto y ve cotidianamente a sus militantes apresados y muertos en plena “democracia”.
El que quiera apoyar al gobierno que lo haga, pero que busque mejores excusas.
Eduardo Sartelli, es profesor de la Universidad de Buenos Aires y director del CEICS
De la oficina de prensa de CEICS (Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales)
para HUIRSE BELLINA JORGE ALBERTO
EDITOR RESPONSABLE
Agrego que tanto Borón como Feinmann, tienen abiertas las puertas de este Foro como Derecho a Réplica.
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